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LA ENCINA DEL GATO

A UNA ENCINA

A UNA ENCINA

foto panoramio; Bárbara Salvá

Faro Favaritx-Menorca

 

 

 

Bajo tu casta sombra, encina vieja,

quiero sondar la fuente de mi vida

y sacar de los fangos de mi sombra

las esmeraldas líricas.

 

Echo mis redes sobre el agua turbia

y las saco vacías.

¡Más abajo del cieno tenebroso

están mis pedrerías!

 

¡Hunde en mi pecho tus ramajes santos!

¡oh solitaria encina,

y deja en mi sub-alma

tus secretos y tu pasión tranquila!

 

Esta tristeza juvenil se pasa,

¡ya lo sé! La alegría

otra vez dejará sus guirnaldas

sobre mi frente herida,

aunque nunca mis redes pescarán

la oculta pedrería

de tristeza inconsciente que reluce

al fondo de mi vida.

 

Pero mi gran dolor trascendental

es tu dolor, encina.

Es el mismo dolor de las estrellas

y de la flor marchita.

 

Mis lágrimas resbalan a la tierra

y, como tus resinas,

corren sobre las aguas del gran cauce

que va a la noche fría.

Y nosotros también resbalaremos,

yo con mis pedrerías,

y tú plenas las ramas de invisibles

bellotas metafísicas.

 

No me abandones nunca en mis pesares,

esquelética amiga.

Cántame con tu boca vieja y casta

una canción antigua,

con palabras de tierra entrelazadas

en la azul melodía.

 

Vuelvo otra vez a echar las redes sobre

la fuente de mi vida,

redes hechas con hilos de esperanza,

nudos de poesía,

y saco piedras falsas entre un cieno

de pasiones dormidas.

 

Con el sol del otoño toda el agua

de mi fontana vibra,

y noto que sacando sus raíces

huye de mí la encina.

 

Federico García Lorca

 

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