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LA ENCINA DEL GATO

NUREDDUNA

NUREDDUNA

Nuredduna  era una sibila

nieta del sumosacerdote de la tribu

que habitaba los encinares

del poblado talayótico de Ses Païsses,

en Artà (Mallorca),

que era tenida en gran consideración por sus dotes adivinas.

Un día llegó navegando desde las lejanas tierras helénicas Melesigeni,

siendo apresado por la tribu

que lo encadenó con el propósito de ofrecerlo en sacrificio a los dioses.

Melesigeni hablaba una lengua extranjera y

Nuredduna no podía comprender sus palabras.

Sin embargo él tocaba la lira y cantaba,

y su música si era entendida,

así como lo que decía con su mirada,

y Nuredduna se enamoró de él.

Desobedeciendo a los suyos le ayudó a escapar,

pero ella lo pagó siendo sacrificada en su lugar, muriendo apedreada.

En el momento de expirar,

las piedras le dijeron:

"Per un batec de l’ànsia amb què ton cor expira / daríem les centúries de calma que tenim"

(Por un latido de la ansia con que tu corazón expira / daríamos las centurias de calma que tenem

 

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